Como alguien se tenía que despistar, esta vez fue Miguel, como casi siempre, que tomó otra dirección hacia Guijuelo. Al menos David pudo cogerlo y juntos llegar al desayuno.
En esta etapa salimos de la comarca de Béjar, pasando y desayunando en Guijuelo. Como pensáis el jamón no faltó en las tostadas. Edu nos invitó y nos compró unos blister de jamón.
Ya lo queremos todos, no por esto, sino porque nos ha refrescado el ambiente. Desde Cáceres el grupo viene con 9 integrantes. Por las carreteras subidas y bajadas que solo un rebaño de ovejas permite el reagrupamiento. Estos días modificamos los avituallamientos dejando dos por jornada.
Después del último, fuimos reprendidos por una pareja de la Guardia Civil que nos cogió infraganti haciendo un »ceda» donde era un »STOP». Es verdad que no había peligro y era una carretera local pero las reglas son para cumplirlas. Fue una buena reprimenda.
Salamanca está en fiestas, la ELA no. Lo digo porque, como en Mérida, nadie nos esperó, y fueron Chelo y Rosa las que nos recibieron en la Plaza Mayor.
Nos ofreció el Ayuntamiento el uso de la piscina del Helmántico, pero llegamos muy cansados y no paramos por allí. Teníamos ganas de comer pasta y buscamos un italiano con buffet libre. Kevin se metió 3 platos diferentes ¡ qué barbaridad ! Todos comimos mucho, y ya llenos nos fuimos al hostal, donde nos aseamos y descansamos, para al final de la tarde dar un paseo por la ciudad. Nos topamos con la Parroquia Santuario María Auxiliadora donde se introdujeron Rosa y Chelo para ver si nos podían poner un sello en las credenciales de peregrino y, tras saludar al párraco y explicarle nuestro proyecto, no solo selló las credenciales, sino que incluso hizo una donación de 20€ que las dejó anonadadas.
Salamanca preciosa en fiestas, pero la ELA no tiene fiestas ni descansa. Cada día mina un poco más la salud de todas las personas que la tienen. Grande Jorge que dedica tanta energía a combatirla, a reivindicarla para más investigación, a ir pidiendo por estos caminos apoyo y solidaridad para dar esperanza a todos/as los que la sufren. Lástima que Salamanca no haya tenido la oportunidad de conocer y disfrutar a Jorge Abarca, que un día pasó por allí reivindicando más medios para investigar sobre la ELA, y el pueblo salmantino no la recibió.
En nuestro hostal se alojaban personas de una boda que trasladaron la alegría del convite a éste. Fue sobre las 4 de la mañana, a partir de entonces casi nadie durmió.